Su hijo Bautista, de siete años, su pequeña sobrina y su abuelo, recién fallecido, son los tres angélicos que le guían desde Argentina y del cielo. Así lo confesó Lucas Mancinelli, volante del Deportivo Cuenca, durante la conferencia de prensa ofrecida este martes 20 de octubre.

El volante argentino se convirtió en la figura del partido ante Liga de Portoviejo, jugado la noche del lunes 19 de octubre, tras marcar 2 goles, uno de penal. De esa manera, el conjunto cuencano sumó su segundo triunfo del año. Es decir, pasaron ocho meses, concretamente 241 días.

Mancinelli se sacó las canilleras de sus polines para celebrar sus dos goles, en donde tiene impregnado los rostros de su hijo y de su sobrina. Además, eleva las manos al cielo para festejar simbólicamente con su abuelo, quien falleció hace poco.

Todos esos datos sentimentales los hizo públicos cuando Latido Morlaco le consultó a quién abrazó primero tras la angustiosa victoria. Él está solo en Cuenca y por eso, lo primero que hizo es llamarle a su hijo, quien antes del partido le dijo: “papá no quiero que hagas un gol, quiero que ganes”. Esas palabras les sirvieron como motivación extra.

También nos contó que entró confiado a cobrar el penal decisivo, que sirvió para acabar con 241 días de sequía de triunfos. “Todos los días me quedó pateando de 3 a 4 penales, además tengo la confianza del técnico y de la gente”. Reconoció que toma poca distancia para los lanzamientos, de tres a cuatro pasos.

Para Mancinelli no es nada nuevo el momento de angustia que se vive por la pugna de permanecer en la Serie A. “En dos o tres clubes he peleado el tema del descenso, se cómo se vive dentro y fuera de la cancha, los nervios”. El confesó que su familia vive con intensidad los partidos, como su madre, que estaba nerviosa cuando iba a ejecutar el penal.

El volante argentino de 31 años reiteró que su hijo y su sobrina, “son los dos angélicos que me guían desde Argentina y miro al cielo en homenaje a mi abuelo que era como mi padre”. Reconoció que está agradecido con Deportivo Cuenca porque le permitió hacer realidad un sueño: jugar en el exterior.